Si tuviera que describir este evento con una sola palabra, sería "atípico". Es la única que se me ocurre dentro de mi limitado repertorio, pero creo que cumple perfectamente su función. Aunque solo pude participar en uno de los dos días que comprendía la feria, fue suficiente para darme una idea de lo que me había perdido en la jornada anterior.
Para mí, sin embargo, la alegría del evento fue la obra sonora, que ofrecía una experiencia única. Consistía en recorrer un vivero híbrido —una mezcla entre un espacio natural y una zona de vegetación organizada— mientras usaban auriculares que reproducían una composición hecha de sonidos, citas, palabras y música. La obra no solo invitaba a explorar el lugar, sino que también ofrecía la posibilidad de interactuar con las plantas, trabajar con la tierra y reflexionar sobre la conexión entre la naturaleza y ser humano.
Debo admitir que comenzó el recorrido con cierto escepticismo, pero a medida que avanzaba y me sumergía en el espacio, algo empezó a cambiar. La combinación entre la obra sonora y la inmensidad del vivero tuvo un efecto inesperado en mí: cuando la experiencia llegó a su fin, sentí una sensación extraña, casi indescriptible, en el cuerpo. No supe cómo ponerlo en palabras, pero lo intenté al conversar con la autora de la obra. Fue algo profundamente positivo, una huella emocional que estoy seguro de que me acompañará por mucho tiempo.
Por supuesto, no puedo dejar de mencionar lo mejor para la salud: mis amigos de Salados , los chicos de Liberatta, que ya se han convertido en una familia para mí. En esta ocasión, participé únicamente con mi stand de material gráfico, que se sumó a su nutrido puesto lleno de energía y creatividad. Fue un día completo de nuevas experiencias y reencuentros con lo familiar, un verdadero cúmulo de aprendizajes y emociones.
Un gran día, realmente. 🌱✨
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